"El máximo líder del radicalismo, Ricardo Balbín, que era un hombre de bien, 42 días antes del pronunciamiento militar del 24 de marzo, se me acercó a mí para preguntarme si estábamos dispuestos a dar el golpe, ya que consideraba que la situación no daba para más y el momento era de un deterioro total en todos los ámbitos de la vida. "¿Van a dar el golpe o no?", me preguntaba Balbín, lo cual para un jefe del ejército resultaba toda una invitación a llevar a cabo la acción que suponía un quiebre en el orden institucional."
Aún hoy se siente orgulloso de haber sido una de las cabezas visibles del periodo histórico más deleznable de la historia reciente de Argentina, con miles de desaparecidos y asesinados por la Junta Militar. Eso sí, agradece los servicios prestados a la Iglesia católica.
Videla: "Mi relación con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relación muy cordial, sincera y abierta"
Durante un extenso reportaje publicado por la revista española Cambio 16, el dictador argentino, Jorge Rafael Videla, actualmente procesado por el robo sistemático de bebés y condenado ya a dos cadenas perpetuas por crímenes de lesa humanidad, afirmó que "la Iglesia cumplió con su deber, fue prudente, y dijo lo que le correspondía decir sin que nos creara a nosotros problemas inesperados".
"A nosotros nos resultó cómodo aceptar el término de desaparecido, pero fue un error que todavía estamos pagando y padeciendo"
El dictador repitió su antigua teoría acerca de los desaparecidos y admitió que "no tenemos respuesta a esta cuestión. Sin embargo, ya sabemos quiénes murieron y en qué circunstancias. También más o menos cuántos murieron, luego cada cual que invente sus cifras".
Acerca de las víctimas que dejó la dictadura, Videla sostuvo que "este asunto tiene mucho que ver con las compensaciones o el resarcimiento económico que se les dio a las víctimas, o a los supuestos desaparecidos, y en este caso sólo se presentaron 7000 personas. (...) Esa es la cifra real.
El genocida Videla y el demócrata Balza
Por Eduardo Anguita. El diálogo que quien escribe estas líneas tuvo con Ricardo Angoso permite poner en evidencia las ideas retrógradas del autor de una –supuesta– entrevista con el genocida ex general Jorge Videla publicada en Cambio 16. Lo de supuesta no es un dato menor, porque Angoso violó las normas que el periodismo impone a la hora de tramitar un encuentro profesional con un condenado. Angoso reiteró en la entrevista que no pudo ingresar un grabador para dejar registro de su diálogo “porque las autoridades no le permitieron su ingreso”.
- Entrevista a Ricardo Angoso. Periodista de Cambio 16 (Por Eduardo Anguita)
- Entrevista a Martín Balza. Embajador argentino en Colombia. (Por Eduardo Anguita y Walter Goobar)
El espionaje de la bonaerense y la empresa a los trabajadores de Loma Negra durante la dictadura
Socios en la represión y los negocios
Los documentos revelan que durante la dictadura, y a instancias de la empresa, se creó un grupo de trabajo especial para hacer tareas de inteligencia en Loma Negra. El informe se presentará en el juicio en el que se investiga el asesinato del abogado laboralista Carlos Moreno.
A una semana de la muerte de Amalia Lacroze de Fortabat, un informe sobre los archivos de la ex Dipba revisa varios casos de persecución en la zona y se detiene en un expediente que demuestra que durante la dictadura, y a instancias de la empresa, los espías crearon un grupo de trabajo especial para hacer tareas de inteligencia en Loma Negra. El informe de la Comisión Provincial por la Memoria, que está a cargo de aquellos archivos, será la base sobre la que darán testimonio esta semana varios obreros en el juicio oral de Tandil.
Nuestra inmensa colaboradora, Mónica Oporto, nos envía esta nota y nos aclara: El mismo periodista que entrevistó a Videla, ahora nos enseña sobre Malvinas. Ricardo Angoso se define en twitter como contrarrevolucionario. No hacía falta que lo aclarara, es muy obvio. En su sitio se despacha contra las gestiones pacíficas de Argentina por la recuperación de Malvinas, pone en un pie de igualdad gobiernos de dictadura y gobiernos con el respaldo del 54,11% de la población y el pedido de dar una oportunidad a la paz solicitado por la Presidenta Cristina Fernández es "bravuconada peronista", en la nota insulta la investidura presidencial desde una pluma mercenaria, digna de integrar el equipo periodístico al lado de Lanata, Majul, Grondona, etc.
Argentina y el contencioso de las Malvinas
Crónica de una derrota anunciada de Argentina en el contencioso de las Malvinas
Por Ricardo Angoso
El desconocimiento de la historia, de que hace gala exhibiéndolo sin ningún pudor ante los medios de comunicación y la comunidad internacional la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, va a llevar a un nuevo fracaso político y diplomático a las tentativas argentinas por desbloquear el largo contencioso de las islas Malvinas o Falkland para los británicos. Conviene recordar que la derrota militar de 1982 no fue sólo un desastre en términos bélicos, sino que fue el lógico desenlace de toda una catarata de desafortunadas iniciativas políticas y diplomáticas fallidas.
Illia, Alfonsín, CFK
Por Horacio Verbitsky
Con reverberaciones marxianas, el debate propuesto por 17 intelectuales identifica con la aventura militar de 1982 la posición del actual gobierno. Por el contrario, CFK sigue la línea firme pero pacífica de los ex presidentes Illia y Alfonsín. Llamarlos gurkhas o traidores no rebate sus endebles argumentos, como el reclamo de una autocrítica que no ejercen.
La catástrofe ferroviaria postergó el anuncio sobre la construcción de un museo histórico dedicado a las Malvinas, allí donde hoy están los dormitorios en desuso de los marinos que prestaron servicios en su Escuela de Mecánica. Cuando se conoció ese propósito, por una visita oficial al predio, organismos defensores de los Derechos Humanos comunicaron su inquietud.
CFK la disipó al regreso de su operación: ordenó publicar el aún secreto Informe Rattenbach, que es la cuña más aguda que alguna vez se clavó en el palo militar; proclamó la precedencia de la soberanía popular sobre cualquier reivindicación territorial; renegó de todo intento bélico sobre las islas; denunció la militarización y nuclearización del Atlántico Sur y encuadró el reclamo dentro de la defensa de los recursos naturales de Sudamérica, amenazados por el pillaje de las grandes potencias. Eso explica el respaldo regional que nunca antes había acompañado la posición argentina, para exigir que el gobierno británico cumpla con la resolución de las Naciones Unidas que ordenó a ambas partes negociar dentro del marco del proceso de descolonización. Fue conseguida por el presidente Arturo Illia, en 1965. En 1982, el único político notable que se opuso a la invasión fue otro dirigente de la UCR, Raúl Alfonsín. Esa posición mesurada y su promesa de enjuiciar a los conductores de la guerra sucia contra la sociedad argentina fueron las razones de su sorprendente victoria sobre su lúgubre adversario justicialista, el mismo Italo Lúder que les dio a las Fuerzas Armadas “licencia para matar”, según la precisa descripción del dictador Videla. Los hechos posteriores, que culminaron con la desdichada frase sobre los héroes de Malvinas y con la ley de obediencia debida, no borrarán el reconocimiento histórico que Alfonsín merece por aquellos deslindes fundamentales.
_____________________
Un cipayo
Claro que antes, en el barrio los llamábamos de otro manera…
“(…)el académico historiador Luis Alberto Romero, en el diario La Nación del martes 14 de febrero de 2012, se pregunta –firmando ahora como El autor es historiador. Es miembro del Club Político Argentino-¿Son realmente nuestras las Malvinas?, y trata de dar una académica e histórica versión argumentando la falta de argumentos de nuestro país al respecto, dice Romero ahora “Me resulta difícil pensar en una solución para Malvinas que no se base en la voluntad de sus habitantes, que viven allí desde hace casi dos siglos. Es imposible no tenerlos en cuenta, como lo hace el gobierno argentino. Supongamos que hubiéramos ganado la guerra, ¿que habríamos hecho con los isleños? Quizá los habríamos deportado. O encerrado en un campo de concentración. Quizá habríamos pensado en alguna solución definitiva. Plantear esas ideas extremas -creemos que lejanas de cualquier intención- permite mostrar con claridad los términos del problema”, y remata argumentando “…Podemos obligar a Gran Bretaña a negociar. Y hasta convencerlos. Pero no habrá solución argentina a la cuestión de Malvinas hasta que sus habitantes quieran ser argentinos e ingresen voluntariamente como ciudadanos a su nuevo Estado. Y debemos admitir la posibilidad de que no quieran hacerlo. Porque el Estado que existe en nuestra Constitución remite a un contrato, libremente aceptado, y no a una imposición de la geografía o de la historia.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario