En el nombre de la madre
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Nélida Sosa de Forti y sus seis hijos. Ella fue secuestrada el 18 de febrero de 1977. continúa desaparecida. (EGM).
Desde hace seis años ocupa un lugar clave en Defensa. Junto
al dolor por el secuestro y la desaparición de su madre en 1977, Forti articula
las nuevas doctrinas de integración regional y de cooperación para que Unasur
cuente con herramientas que permitan salir del eje de Washington. El exabrupto
de los chilenos como un llamado de atención.
Nacido en Córdoba en 1960, varón mayor de seis hermanos de
una familia que se había radicado en Tucumán, cuando tenía 16 años su padre
tuvo que exiliarse. De inmediato, lo hacían la madre y los chicos. Corría el 18
de febrero de 1977, en pocos días se cumplen 36 años, el genocida Jorge Videla
mandaba en la Argentina, el genocida Antonio Bussi, en Tucumán. Nélida y los
cinco hijos varones subían a un avión de Aerolíneas Argentinas con destino a
Caracas. Un grupo de tareas los sacó del avión. A los chicos los dejaron
tirados en una plaza mientras que a Nélida le hacían correr el mismo destino
que a miles de compatriotas y es, desde entonces, una detenida desaparecida.
Alfredo Forti se fortaleció estudiando, y lo hizo en México y en Washington,
donde hizo post-grados en Administración Pública y en Resolución de Conflictos.
Cuando juró en el Edificio Libertador –la vieja sede del Ejército que está a la
retaguardia de la Casa Rosada y que hoy alberga a las autoridades del
Ministerio de Defensa– lo hizo por la Patria, por su madre y por los 30.000
desaparecidos.
La integración Latinoamericana tiene un capítulo más que
dinámico, paradójicamente, en el área de Defensa. Hasta hace una década, las
hipótesis de conflicto de las fuerzas armadas latinoamericanas eran con sus
países vecinos. Hoy, en el marco de la integración y la lucha por defender la
soberanía y los recursos naturales, hay un cambio de doctrina y de objetivos en
la materia. Forti, al frente de la Secretaría de Asuntos Internacionales, juega
un rol clave en este proceso de cambio. Dirige el Centro de Estudios
Estratégicos para la Defensa que es parte, a su vez, del Consejo de Defensa de
la Unasur, impulsado por Nilda Garré cuando era ministra del área.
–Forti, los argentinos, después de los crímenes de lesa
humanidad y la doctrina de seguridad nacional, tenemos infinidad de barreras y
traumas cuando tenemos que hablar de Defensa. Tanto vos como yo tenemos huellas
tremendas sobre lo que fue el Terrorismo de Estado. Concretamente, tanto tu
madre como la mía fueron secuestradas por grupos de tareas y son detenidas
desaparecidas. Sin embargo, es un tema ineludible en la gestión de Estado y en
la conformación de una Nación. Poco entendemos de cuál es el rol de personas
llamadas civiles en ese campo. Tomando un concepto de Néstor Kirchner, que
decía que la economía es algo demasiado importante para dejarla en manos de
economistas, podría decirse que la Defensa es también demasiado importante como
para dejarla en manos de militares.
–En nuestro país y para nuestra generación es muy difícil
hablar de Defensa como política pública, como función de Estado. Es muy difícil
hablar de este tema sin que aparezca la figura del militar y eso obedece a una
razón muy sencilla: al rol que han jugado las instituciones militares en el
curso de nuestra historia, dada la invasión de espacios del Estado y las
consecuencias que ha tenido en nuestra economía, en nuestra cultura, en nuestra
geopolítica –en el caso de Malvinas–. Por lo tanto no es fácil separar algo que
en términos históricos es tan fresco, es de ayer. Es difícil entonces entrarle
a este tema, pero yo soy optimista, positivo, en cuanto a la posibilidad de
entender la Defensa articulado en políticas democráticas e institucionalizadas.
Estamos dando los pasos para ello y esos pasos comenzaron en el año ’83,
concretamente desde el 10 de diciembre, cuando terminó la dictadura militar o,
mejor dicho, cuando terminó la participación de la institución militar en un
régimen dictatorial. Es central el tema derechos humanos, todo lo que queda
bajo el paraguas de Memoria, Verdad y Justicia. Pero también hay un tema
capital: cuál es el rol de las Fuerzas Armadas en la construcción de la
democracia argentina. Eso que se inició hace treinta años aún no ha terminado.
Pero puedo decir que soy optimista porque hay un amplísimo consenso en la
sociedad civil, incluyendo a las organizaciones de derechos humanos, de un
lugar para las Fuerzas Armadas. Eso se materializó con la ley de Defensa de
1988. Esa ley establece lo que deben y no deben hacer las instituciones
militares. Esa ley se mantuvo sin reglamentar ¡18 años!, hasta que llegó Néstor
Kirchner y en el marco del fin de la impunidad la reglamentó. Vos sabés muy
bien que una ley, por más buena que sea, si no se la implementa, queda en un
buen deseo. Por eso, podríamos decir, sin dudar, que el verdadero proceso de
modernización y adaptación a un sistema nacional de Defensa, comienza en 2006.
–Hago énfasis en lo subjetivo de la sociedad y de las
personas. Tenemos presente el momento en que Néstor Kirchner ordena al jefe de
Estado Mayor la remoción de los retratos de dos genocidas emblemáticos como
Videla y Bignone, que habían estado al frente del Colegio Militar, el lugar
donde se forman los cadetes, donde se moldean los criterios de quienes van a
ser los jóvenes oficiales. Hay cosas que tenemos más invisibilizadas, como por
ejemplo el criterio para incorporar a algunos civiles en tareas de
responsabilidad en la Defensa por parte de Kirchner. Antes de llegar al
ministerio, desde 2004, vos fuiste embajador en Honduras, un lugar donde hubo y
hay bases militares norteamericanas pero también hubo comandos argentinos. Como
fue esa experiencia de diplomático y en qué te sirvió para estar luego en
Defensa.
–Fue una experiencia muy rica, por dos motivos. En primer
lugar porque me sirvió para ser parte de la política exterior argentina en una
región convulsionada como es Centroamérica, particularmente con Honduras. Eso
va desde las relaciones comerciales y la cooperación hasta las relaciones
políticas. Honduras, a principios del siglo XX, es el país que le da origen a
ese concepto tan peyorativo de “Banana Republic”. Era la sede central de las
inversiones y plantaciones de la norteamericana United Fruit. Honduras, con el
paso del tiempo, fue una base central de Washington para “poner orden” en la
región. Tal es el caso, en 1954, cuando el gobierno nacionalista del
guatemalteco Jacobo Arbenz se convierte en una espina para Estados Unidos, toda
la expedición paramilitar para derrocarlo salió de Honduras. Con el correr del
tiempo, ya en los años ’80, Honduras fue la plataforma de la estrategia
contrainsurgente para enfrentar al sandinismo en Nicaragua, al Frente de
Liberación Nacional en El Salvador y para apoyar la doctrina de seguridad
nacional que devastó comunidades enteras en Guatemala. Es interesante ver
quiénes eran los actores centrales en ese proceso: Washington, a través de la
CIA, ponía los fondos; Honduras ponía el territorio y Argentina ponía los
entrenadores. Para mí fue una experiencia muy rica. Te voy a contar algo poco
conocido. Yo ya había estado en Honduras, porque en el exilio trabajé en temas
de derechos humanos en Centroamérica, dado que había orientado mis estudios en
esa dirección. De modo que yo estaba familiarizado con estos temas. Y, en 2004,
como vos decís, con Néstor Kirchner ordenando bajar los cuadros, cómo podía ser
que no se hubiera determinado cuál había sido la estrategia para “exportar la
guerra sucia” a Nicaragua antes del sandinismo, a El Salvador, a Honduras, a
Guatemala y a Bolivia en el caso de García Mesa. Lo hablé con el entonces
canciller Rafael Bielsa en uno de los viajes que hizo a Honduras y él me dijo:
prepará una carpeta que esto le va a interesar al Presidente. Lo hice, preparé
una carpeta para precisar qué debíamos estudiar, desde la perspectiva del
Estado. Al tiempo me llamó Néstor y le expliqué, así, como hablo con vos, lo
que yo creía que debía hacerse. Y fue una reacción tan rápida, tan clara:
‘Rafael, dale todo lo que necesite Alfredo para que se ponga a trabajar’. Y se
pudieron determinar muchas cosas, de modo fehaciente, con cables de Cancillería
de épocas de la dictadura, con documentos oficiales de las Fuerzas Armadas, de
actas del Banco Central argentino otorgando créditos para la adquisición de
armas por parte de estos países. Fue una política de exportación de la guerra
sucia ejecutada por personeros de la dictadura, tanto civiles como militares. A
modo de ejemplo, puedo citar el rol que cumplió el grupo de tareas exteriores
del Batallón 601…
–El Batallón 601 es una unidad de inteligencia del
Ejército…
–Exactamente. Y se pudo determinar, con nombre y apellido, a
muchos de los que estuvieron involucrados, incluyendo a personal del Cuerpo
Diplomático…
–Para graficar cuánto pueden cambiar las políticas de una
Nación, me gustaría que dijeras cuál fue el rol que jugó Cristina Fernández de
Kirchner cuando en 2009, un golpe desplazó al presidente Manuel Zelaya…
Cuando yo era embajador me tocó estar durante la presidencia
de Zelaya. La gran virtud de Zelaya fue ser el primer presidente, no digo de
Honduras sino de la región (salvo el período del sandinismo en Nicaragua y, por
supuesto, Cuba), que dijo ‘Vamos a mirar al sur’. Era un admirador de Néstor
Kirchner, sobre todo en cómo resolvió la crisis de la deuda externa y su
reestructuración; especialmente, porque Honduras era y es un país considerado
‘altamente endeudado’ por el FMI y el Banco Mundial. Bueno, cuando lo expulsan
del gobierno a Zelaya, a través de un golpe, la posición argentina fue muy
firme, a nivel de la diplomacia, y las veces que Cristina invitó a Zelaya a la
Argentina para que ampliara los apoyos destinados a no reconocer al gobierno
ilegítimo de (Roberto) Micheletti. La Argentina tuvo una postura muy activa, de
hecho se retiró el embajador al momento del golpe y no se volvió a enviar uno
sino que se dejó la embajada con el encargado de negocios al frente. A su vez,
en el área donde a mí me toca actuar ahora, se suspendieron todos los programas
de nueva generación en el área de Defensa. Para redondear lo que estábamos
hablando, así como se puede demostrar de modo documental, cuál fue la política
de la dictadura, también tenemos que ser conscientes, nos guste o no, de que
esa política de mandar tipos a enseñar a torturar y a controlar a los
opositores o a armar grupos de tareas clandestinos, ésa fue la última vez que
hubo una política clara en materia de Defensa. Desde esa época hasta ésta, en
que estamos orientando nuestras acciones en defensa de la democracia, no hubo
políticas de Defensa para la región.
–Alfredo, ahora, justamente, se armó el Consejo de Defensa
de Unasur, funciona una Escuela de Defensa en la Casa Patria Grande Néstor
Kirchner, hay otros paradigmas, que también van de la mano de los cambios en la
región. Cambios que no siguen los dictámenes de Washington precisamente… Pero,
quisiera que antes me cuentes un poco de tu propia historia, atravesada por el
secuestro de tu madre en plena dictadura… Cuando asumiste, juraste por la
patria, tu madre y los treinta mil…
- Mi madre (Nélida Sosa de Forti) es uno de los 30.000
desaparecidos. Por ser el varón mayor de la familia, en el exilio me tocó
ocuparme de las denuncias ante la OEA, las Naciones Unidas, los gobiernos
extranjeros… (N. de R.: Alfredo tenía 16 años cuando secuestraron a su madre.
Su padre se había exiliado un tiempo antes y de inmediato, Nélida y cinco de
sus seis hijos salían del país legalmente cuando ella fue secuestrada, estando
ya en el avión). Luego, cuando volví al país hice el seguimiento de todas las
denuncias, hasta el día de hoy, de hecho tengo que ir a declarar en un juicio
que iniciamos en Tucumán contra (el ex gobernador y genocida Antonio) Bussi. El
hecho de ser parte de la población directamente afectada por estas prácticas
criminales, de ningún modo debe inhibir la participación en áreas que parezcan
contradictorias. En mi caso, concretamente, en Defensa. Yo creo que, por
formación y por deseo, soy un convencido de que todos tenemos que dar de
nuestra parte lo mejor para que se den las modificaciones y transformaciones
para que no vuelva a ocurrir aquello. Por circunstancias de la vida me tocó
considerar este ofrecimiento y lo acepté. No me olvido más, cuando llegué a
Defensa, había titulares de diarios que decían que mi llegada era un ejemplo de
cómo Néstor Kirchner ‘castigaba a las Fuerzas Armadas’. Muchos me veían como el
hombre del puñal y del sable que venía a cortar cabezas. Eso no es así, sería
muy erróneo asumir actitudes de venganza o de motivaciones personales para
aplicar políticas contra los militares de hoy día. Eso no quita que es preciso
tener fortaleza y una firmeza para llegar hasta el hueso en purgas contra
quienes hayan estado involucrados en violaciones a los derechos humanos. Al
mismo tiempo hay que trabajar en la articulación de una política de Defensa
como lo establece la ley, donde las Fuerzas Armadas son subsidiarias a esa
política de Defensa. Hay muchas cosas para cambiar, cosas que vienen del
pasado. Hay que arremangarse y meterle mano a eso. Eso excede la temática de
derechos humanos.
Por ejemplo, la herencia en cuanto a que las tres fuerzas
armadas eran compartimentos estancos, con sus propias doctrinas, sus propios
presupuestos, desconectadas entre sí y compitiendo entre ellas en muchísimas
cosas… Eso hacía que resultaran totalmente ineficaces para su misión. Aplicar
cambios en esa materia constituyó uno de los temas de mayor resistencia
institucional. Porque, en definitiva, se trata de cambiar la cabeza. Y podemos
decir que, de 2006 hasta ahora hemos avanzado mucho (N. de R.: Nilda Garré
asumió como ministra de Defensa el 1 de diciembre de 2005)…
–Es que todos estamos cambiando la cabeza y el asunto de
cómo se construye autoridad y quién tiene autoridad no es algo menor en estos
cambios que vivimos… Lo experimenté hablando con muchos de los que integran las
Fuerzas Armadas y para ellos, no todos desde ya, en algún momento hay un clic
en el que entienden que la autoridad emana del pueblo. Ese clic también tiene
sentido para entender qué hay que defender y de quién nos tenemos que defender
en esta región del planeta. Porque así como contabas de la United Fruit, acá se
llevaron el petróleo, el oro, el litio… y todavía las multinacionales se lo
siguen llevando en gran medida.
–Si yo tuviera que definir los aspectos centrales de este
cambio cultural y mental, diría, primero, que en estos cambios, es la primera
vez que se llegó a la conducción política de la Defensa. Esto es en referencia
de lo que acabás de decir, respecto de dónde emanan la autoridad y la soberanía
en la democracia. Hoy en día los lineamientos emanan de los poderes de la
democracia y los ejecuta el gobierno central, ya que la Presidenta es la
comandanta en jefe, a través del Ministerio de Defensa. Los militares son el
instrumento de ejecución –militar, precisamente– de esos lineamientos. No
deliberan, ejecutan. Eso hay que subrayarlo. En segundo lugar, como
consecuencia de todos estos cambios de concepción y de modernización, podemos
decir que la Argentina está a la cabeza en la región de cambiar la vieja
concepción de hipótesis de conflicto con los países vecinos. Eso es lo que
determina dónde se instalan las fuerzas, con qué se entrenan y qué capacidades
adquieren. A partir de Néstor Kirchner, los lineamientos de Defensa se hacen
por hipótesis de confluencia, de confianza, de integración y de cooperación con
nuestros países hermanos vecinos. En tercer lugar, no estamos aislados, porque
en la región todos estamos yendo en la misma dirección. Ahí aparecen Unasur y
el Consejo de Defensa y varias otras herramientas muy interesantes.
–A veces hay fotos que te muestran todo lo que cambiamos.
Días pasados se lo veía al presidente de la derecha chilena Sebastián Piñera
entregando la posta de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños) a Raúl Castro y diciéndole: “Le deseo muy buena presidencia, señor
Presidente…”, uno se da cuenta que amén del gesto personal, un mandatario de
derecha no puede escapar a los vientos y a los compromisos que hay en la región.
Basta recordar cómo en los noventa, los gobiernos cambiaban legislaciones para
entregar partes claves del Estado o para perder soberanía sobre el subsuelo,
todo en beneficio de las multinacionales. Eso era solidario con la política del
Pentágono norteamericano. Yo no sé si Washington evalúa o no estos cambios, si
los toman en serio…, vos estudiaste en Washington, viviste en Washington,
estudiaste en Harvard, conocés los dos lados del mostrador…
–Hay vientos de cambio en la región. Sin dudas. Por primera
vez en el marco de esta agenda consensuada e integracionista, que se expresan
claramente en la Celac y en Unasur, en Defensa se dan pasos, hay acciones
concretas. Antes, los cambios en esta área se daban con gran resistencia,
porque precisamente la doctrina era estar en alerta de los vecinos.
Paradójicamente, uno de los consejos que más rápido se integró en Unasur fue el
de Defensa. Con respecto a Washington, te diría que por primera vez veo que las
políticas de Washington son una reacción a las políticas que emanan de modo
autónomo de nuestra región. Antes, vos lo sabés bien, la política se diseñaba
en Washington y nosotros éramos receptores que nos cuadrábamos a esa política o
pasábamos a la confrontación. Enhorabuena, porque esto no sucede en el marco de
un conflicto con Estados Unidos sino de partir de las necesidades soberanas de
cada país y de la región. Las políticas se hacen a partir de nuestras
necesidades y nuestros intereses. Esto es compatible en la medida que
Washington comprenda la naturaleza de este proceso. En ese marco, tenemos que
romper con el pasado, con estructuras armadas por Washington en el pasado.
Recién hablábamos de la dictadura, bueno hablemos de las
políticas de Washington. No nos sirvieron nunca. Generaron carreras armamentistas,
generaron doctrina de seguridad nacional, se diseñaron hipótesis de conflicto
entre vecinos que no necesariamente tenían problemas. Por lo tanto, si estamos
convencidos de que eso no sirve, tenemos que ir por otro camino, tal como lo
estamos haciendo y rever qué sentido tienen ciertas instituciones como el
Colegio Interamericano de Defensa, creado en el año ’61, donde van oficiales de
alta graduación a formarse en las doctrinas que hablamos. Y ese colegio está
ubicado en un fuerte militar norteamericano en Washington. Dentro de un fuerte,
y con una dirección y un profesorado de un solo país, como es Estados Unidos.
Eso no nos sirvió, no nos sirve y no lo necesitamos. Otro ejemplo de lo que no
necesitamos es la Junta Interamericana de Defensa, otro organismo integrado por
militares, como instancia asesora de la OEA. Si en la Argentina concebimos la
conducción política de la Defensa, ¿cómo vamos a aceptar que en el marco
internacional las políticas del área sean de militares? Estos son casos
concretos, para no hablar del Tiar… (N. de R.: Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca, un pacto interamericano firmado en Brasil en 1947, al que
Juan Domingo Perón se opuso por considerarlo un instrumento a medida de Estados
Unidos).
–¿Qué están haciendo en el marco de Unasur como réplica a
este pasado?
–El Consejo de Defensa de Unasur es el organismo que agrupa
a los ministros de Defensa de los 12 países que lo integran. Es un foro para
articular programas de cooperación. En el marco de ese consejo, la Argentina propuso
la creación de un Centro de Estudios Estratégicos para tener algo permanente,
ya que el consejo existe cuando se encuentran los ministros y en los intervalos
no tenemos nada. Entonces fue consensuado por los ministros del área y votado
por los presidentes de las 12 naciones. Como fue iniciativa argentina, el
Centro se instaló acá y Cristina designó como sede la Casa Patria Grande Néstor
Kirchner que está en Juncal y Carlos Pellegrini, en plena Ciudad de Buenos
Aires. Hoy funciona plenamente, con los dos enviados de cada uno de los países.
Son representantes oficiales que constituyen el cuerpo de expertos. Tiene como
misión nada menos que hacer análisis que sirvan para un pensamiento estratégico
suramericano. De este centro surgió el concepto “de interés regional”…
–Si hacés el inventario de los recursos a defender en la
región debe haber unas cuantas cosas que las multinacionales apetecen o no
quieren abandonar… Vos me decías que entre Argentina, Chile y Bolivia están las
mayores reservas de litio del mundo…
–Es cierto, hablar de interés regional es hablar de
recursos, que tenemos y que no sobran. El ejemplo del litio es claro.
Dependiendo las fuentes, entre esos tres países limítrofes tenemos entre el 60
y el 90% de los recursos mundiales. Sin embargo, cada uno de los tres países
tiene leyes distintas y sistemas operativos distintos para explotar esas
reservas. Con distintos regímenes para el acceso de capitales extranjeros. Por
más que nuestros países no cuenten con la tecnología para su aprovechamiento,
es preciso avanzar hasta lograr contar con aquello que nos garantice soberanía
plena. Lo que queremos es que el valor agregado quede en la región. Y así como
está el litio están el resto de los recursos estratégicos, el agua, la tierra,
la energía, los alimentos…
–Alfredo, quedan muchas preguntas en el tintero. Podría
haberte preguntado por la agenda periodística de actualidad, por la Santísima
Trinidad, por la Fragata Libertad o por algunos otros aspectos de coyuntura.
Pero no es común abordar los temas de doctrina y de estrategia. Y vale recordar
que la Argentina, en 1945, como antesala de la asunción de Juan Domingo Perón a
la primera presidencia, estaba sola en el sistema interamericano. Y pagó
precios muy altos por el acompañamiento a las políticas de Estados Unidos de la
mayoría de las naciones de la región en materia de Defensa. En esto, Néstor
Kirchner fue visionario, supo que la soledad nos hubiera condenado. Por eso,
bienvenido que sea la casa que lleva su nombre la que albergue a los expertos de
las 12 naciones de Unasur.
–Dejame terminar con una frase de Néstor: “Los que no se
interesan en la política están condenados a ser gobernados por aquellos que sí
se interesan”. Llevándolo al plano de la Defensa y tomando a las naciones como
sujetos, podríamos decir que aquellos que no se interesen por un pensamiento de
defensa regional no van a quedar aislados sino que corren el riesgo de ser
dominados por aquellos que sí se interesan….
Xenofobia en Chile
Esta semana se supo que el pasado 28 de enero un grupo de
marinos chilenos mientras hacía instrucción a la vista del público y de
turistas, entonaban el siguiente cántico: “Argentinos mataré, bolivianos
fusilaré, peruanos degollaré”.
“Este episodio, en mi opinión –dice Alfredo Forti–
constituye un llamado de atención a la conducción política de la Defensa
chilena respecto de rémoras que probablemente subsisten en estamentos
castrenses y derivan del pasado militarista en ese país cuando prevalecían las
hipótesis de conflicto armado con sus tres vecinos. Esto resulta hoy una
concepción absolutamente obsoleta que va en contra de la firme corriente
regional en la que la cooperación, la complementación, la interoperabilidad y
la integración de los sistemas militares constituyen el camino consensuado para
una defensa efectiva del interés regional de Unasur como zona de paz. El mejor
ejemplo de ello es la constitución y reciente puesta a disposición de las
Naciones Unidas de la Fuerza Binacional de Paz Argentino-chilena Cruz del Sur,
que representa lo más avanzado en materia de cooperación e integración en
materia de defensa al servicio de la paz y seguridad internacionales en nuestra
región.”
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